¿Una nueva ‘Guerra Fría’? Las presiones de EE.UU. sobre Argentina para minar su relación con China

 

Desde Washington se amaga a la nación suramericana para que disminuya al mínimo los tratos con Pekín.

En EE.UU. no están dispuestos a ceder un centímetro frente a la República Popular China. Menos aún en América Latina, una región que, por los dichos de altos funcionarios, congresistas y representantes diplomáticos, continúa recibiendo trato de ‘patio trasero’.

Las presiones (y amenazas) de EE.UU. sobre Argentina durante las últimas semanas son botón de muestra de ello: todo apunta a que la región es testigo de una nueva edición de la ‘Guerra Fría’.

Y es que, para mantener una buena relación con Washington, a Argentina se le exige no solamente reducir al mínimo la cooperación con el gigante asiático, sino también pasar a formar parte de un frente común para combatir las supuestas “malas prácticas” denunciadas desde la Administración de Joe Biden.

Amenazas por compra de aviones

A principios de marzo de este año, desde la Cámara de Representantes de EE.UU. se lanzaron amenazas contra el Gobierno argentino ante la compra eventual de aviones de combate fabricados en China.

Una operación que, de realizarse, contempla además transferencia de tecnología, esto es, que el gigante asiático dote a la nación suramericana con la capacidad para fabricar algunos componentes en su propio territorio.

Fue María Elvira Salazar, del Partido Republicano, la que llamó a la Administración de Alberto Fernández a abstenerse de realizar negocios con Pekín en las áreas de la seguridad y la defensa.

Llevar a cabo la compra de estos aviones, sentenció, sería “un pacto con el diablo” que podría tener “consecuencias de proporciones bíblicas”.

Durante su intervención, la también presidenta del Subcomité del hemisferio occidental, dirigió un mensaje a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, a la que advirtió que, de concretarse la adquisición, las relaciones entre Washington y Buenos Aires se verían perjudicadas.

Acciones de sabotaje de este tipo no son nuevas. Ya el año pasado, desde la Unión Americana se opusieron a la compra de aviones de fabricación china, consiguiendo que el Gobierno nacional finalmente se echara para atrás.

Para Buenos Aires constituye una compra estratégica. El objetivo es renovar su flotilla con aviones que tengan utilidad técnica, capacidad disuasiva y, al mismo tiempo, no sean de un alto costo. Los aviones que ofrece China, los JF-17, cumplen con todas estas características.

Es también un asunto espinoso para Argentina, que es objeto de un veto impuesto por Reino Unido desde hace más de 40 años, a causa de la Guerra de Malvinas: el país suramericano tiene prohibido comprar cualquier avión que contenga piezas de origen británico.

Este veto tiene limitado al Gobierno de Alberto Fernández que, de acuerdo con el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, se ha visto obligado a rechazar varias ofertas de diferentes países.

Ante este panorama, hasta el momento los países que tienen más posibilidades de vender los aviones son EE.UU. y China, aseguró en una entrevista el brigadier general Xavier Julián Isaac, jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea argentina.

La compra todavía no está decidida. Y se prevé que desde Washington aumenten las presiones. La jefa del Comando Sur de EE.UU. (US Southern Command), Laura J. Richardson, tiene contemplado visitar Argentina el próximo 17 de abril.

Se reunirá con Taiana y otros altos funcionarios del Gobierno, con quienes platicará sobre la compra de aviones para intentar disuadirlos, otra vez, de cerrar cualquier trato con Pekín.

Por el reforzamiento de la seguridad en el Atlántico Sur

Con el objetivo de socavar las relaciones de China con Argentina, el presidente Joe Biden promueve el combate de la pesca ilegal que, según miembros de su Administración, el gigante asiático es uno de los principales responsables.

En el Pacífico latinoamericano ya se lanzó una iniciativa multilateral que incluye una estrategia para combatir la pesca ilegal, dirigida contra China, en la que participan cuatro países del Continente en colaboración con EE.UU.: el Corredor Marítimo del Pacífico Este Tropical.

En cuanto a las aguas del Atlántico Sur, a mediados de marzo de este año el embajador de EE.UU. en Argentina, Marc. R. Stanley, cargó contra China a través de sus redes sociales, a la que acusó de realizar pesca ilegal y llamó a tomar acciones sobre el asunto.

Para disuadir a la nación asiática de llevar a cabo “malas prácticas”, el diplomático estadounidense propuso estrechar la cooperación en las áreas de la seguridad y la defensa.

Así las cosas, EE.UU. busca profundizar la colaboración con Argentina en estos rubros, a pesar de la persistente desconfianza del Gobierno, que no ve con buenos ojos autorizar la presencia de efectivos en una zona que se mantiene en disputa con el Reino Unido.

Hay que recordar que, en febrero de 2021, la Cancillería del país suramericano manifestó su “grave preocupación” ante las operaciones de un submarino nuclear de EE.UU. que, aparentemente, fue desplegado con el apoyo de Londres.

En aquel momento, de acuerdo con el Gobierno argentino, se terminaron enterando de las operaciones del submarino a través de las redes sociales oficiales del Commander Submarine Force Atlantic que, sin empacho, confirmó que había recibido facilidades del Reino Unido para explorar la zona.

“(El Gobierno de Argentina) lamenta que cuando estamos cumpliendo 50 años del Tratado de No Proliferación Nuclear, las relaciones internacionales se busquen seguir construyendo sobre la base de la extensión de las capacidades militares”, se difundió a través de un comunicado.

Con todo, desde Washington no quitan el dedo del renglón: insisten en tener presencia en el Atlántico Sur y estrechar los vínculos con Buenos Aires para contener a China.

EE.UU. busca profundizar la colaboración con Argentina en estos rubros, a pesar de la persistente desconfianza del Gobierno, que no ve con buenos ojos autorizar la presencia de efectivos en una zona que se mantiene en disputa con el Reino Unido.

En febrero de este año, el buque Stone, que forma parte de la Guardia Costera de EE.UU., navegó por las aguas del mar argentino en el marco de la operación ‘Cruz del Sur’— para construir asociaciones regionales de seguridad marítima—, donde atracó en el muelle Piedra Buena, en Puerto Madryn, para cargar combustible.

Hace dos años, el Gobierno norteamericano propuso llevar a cabo un operativo conjunto con la Prefectura Naval para combatir actividades ilícitas en la zona, entre ellas, la pesca ilegal. Argentina se negó.

Neuquén: dos bases muy distintas entre sí

En 2017 desde EE.UU. desaprobaron la puesta en marcha de una estación aeroespacial china en territorio argentino, localizada en la provincia de Neuquén, para realizar trabajos de investigación científica.

Altos funcionarios de Washington aseguraron que se trataba de un proyecto que ponía en riesgo la soberanía y que carecía de transparencia.

Desde no pocos medios de comunicación de circulación nacional se acusó al gigante asiático de haber construido una base militar, un centro de espionaje.

Sin embargo, el proyecto chino fue aprobado por el Congreso, y hasta la fecha mantiene una estrecha colaboración con varias universidades argentinas que nada han señalado sobre una supuesta falta de transparencia como acusan desde EE.UU.

En contraste, la base militar de EE.UU. que se construye, también en la provincia de Neuquén—y está a punto de concluirse— se mantiene en la opacidad: las instalaciones localizadas a un costado de la Autovía Norte no se aprobaron por el Congreso, y tampoco hay información detallada sobre las mismas.

En entrevista con RT, Lucas Arias, integrante de la ‘Multisectorial NO a la base yanqui en Neuquén’, asegura que, a diferencia de EE.UU., China nunca ha representado una amenaza para Argentina en el plano económico, político y militar.

Llama la atención, además, sostiene Arias, que en la provincia de Mendoza la Unión Europea haya construido una base aeroespacial similar a la china, la estación DS3 Malargue—inaugurada en 2012— y que, sin embargo, el Gobierno estadounidense nunca haya expresado reservas sobre este otro proyecto.

Lucas Arias considera que la soberanía de Argentina está en un serio predicamento, bien sea por las declaraciones de María Elvira Salazar desde el Congreso norteamericano; por las presiones para autorizar el despliegue de Fuerzas Armadas en el Atlántico Sur; o por la opacidad en torno a la base militar que EE.UU. construye en Neuquén.

“El Gobierno argentino está en el medio de un equilibrio muy complejo entre potencias mundiales. En Washington no terminan de entender que el mundo ya no es unipolar y nuestro país es libre de establecer alianzas con quien considere más conveniente”, concluye.